Austro-Fiat
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Ya desde 1907 existe no sólo una sucursal en Viena, la capital de Austria-Hungría, sino también una planta de producción, oficialmente llamada 'F.I.A.T. S.A.' como en Turín, pero generalmente y nosotros
también aquí la llamamos 'Austro-Fiat'.
Inicialmente, Turín poseía un tercio de la participación, incrementándola posteriormente, como era habitual en otros países. La primera empresa a la que Ferdinand Porsche se incorporó en 1893 fue Egger. El
hijo del director general de la empresa asumió posteriormente la dirección de Fiat en Viena.
El montaje de piezas enviadas desde Turín comenzó ya en 1908. En dos o tres años tenían capacidad suficiente para poner en marcha vehículos completos, incluida la carrocería. La demanda era enorme.
No se trataba sólo de automóviles, que ya de por sí supusieron una enorme expansión de la planta en poco tiempo, sino también de la fabricación de camiones. Podemos ver que los vehículos de bomberos
se destacaron especialmente, pero también se suministraron motores industriales.
Naturalmente, la construcción de vehículos comerciales se aceleró con el estallido de la Primera Guerra Mundial y se incorporaron los primeros motores de aviación. Sin embargo, el papel de Austro-Fiat se
volvió problemático tras la entrada de Italia en la guerra contra Austria-Hungría.
El hecho de que Viena siguiera siendo capital de Austria después de la guerra permitió a Agnelli retomar las fábricas como 'Fábricas Fiat Austriacas en Viena' y también se mantuvo inicialmente la conexión
para abastecer al este.
Pero la inflación siguió su curso y la situación en Austria se volvió confusa. Mala para la economía y buena para los especuladores de la guerra como Castiglioni, sobre quien puedes leer en nuestro libro
'BMW 1'.
Los bancos, incluido el banco de depósito de Castiglioni, adquirieron las acciones de Fiat. Se planeó una fusión de todos los productores austriacos, pero el mencionado Adolf Egger, que aún se encontraba
en el poder, logró impedirla.
Así, Fiat sobrevivió a los tiempos difíciles en Viena y se especializó aún más en camiones y autobuses. Las ventas se ampliaron incluso a la exportación. Los automóviles se diseñaron cada vez más como
furgonetas de reparto y taxis. Sin embargo, todo esto sólo duró hasta la Gran Depresión de 1929 . . .
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